CUARESMA
Cómo cada año tras la algarabía carnavalera, Don Carnal dará paso a la Cuaresma, ese tiempo tan especial durante el cual los "fanáticos" católicos nos flagelaremos, no comeremos carne y haremos un montón de sacrificios y privaciones estúpidas con el fin de lavar nuestras conciencias.
Así es como vende la sociedad actual ateizada, paganizada, este tiempo estupendo; una sociedad hedonista que sólo valora el placer inmediato, el dar gusto al cuerpo siempre y en todo lugar, en cualquier circunstancia. Una huida despavorida ante cualquier tipo de sufrimiento o privación. Una sociedad infantilizada, blanda, que ante cualquier obstáculo se adentra en un estado de ansiedad, depresión, neurosis y obsesiones.
Los creyentes católicos tenemos la inmensa dicha de saber que somos ciudadanos de paso en este mundo, estamos en un peregrinar hacia nuestra verdadera casa y el trayecto está colmado de trampas, de dudas, de caminos equivocados; la trascendencia da al sufrimiento un sentido, no todo acaba aquí, aguardamos una vida mejor, una vida de verdad, con mayúsculas.
Por mucho que algunos nos tachen de "meapilas" santurrones, nada más lejos de la realidad, somos exactamente igual de débiles que los no creyentes y caemos en los mismos fallos cada día, somos conscientes de nuestra precariedad, tenemos conciencia, la cual nos hace ver cuanto hemos faltado a la confianza y el amor de aquel que murió en la cruz por nosotros.
Pero no podemos evitar equivocarnos, caer en aquellas debilidades que nos alejan de ese Amor. También tenemos la tentación de huir del sufrimiento y de arrodillarnos ante el placer inmediato, ante el egoísmo, ante tantos ídolos que nos prometen una inmensa felicidad que es absolutamente efímera y ficticia y cuyas consecuencias martillean nuestras conciencias, es el pecado amigos, es el pecado, el gran esclavizador del hombre. Envuelto en un ornamento seductor "compramos" una mercancía que nos destruye, que nos mata, que nos hace peores personas que nos aleja definitivamente de nuestro prójimo o sea de Jesucristo. Nos hace vivir para nosotros mismos, sin pensar en el de al lado y curiosamente en vez de sentirnos bien, cada vez nos sentimos más insatisfechos, más vacíos, más tristes.
Por eso durante estos 40 días nos preparemos como el atleta que se prepara para las Olimpiadas, nuestro cuerpo necesita depurarse, tenemos que quitarnos esa grasa, todo ese lastre acumulado durante todo el año plagado de tentaciones, caídas y dolores. Empezamos el miércoles de ceniza, marcándonos la frente, reconociendo que muchas veces lo hemos hecho mal y que hacemos el firme propósito de recomponer en la medida de lo posible todo aquello que hemos "roto", y después a lo largo de esos 40 días cada uno con las fuerzas que el Señor le de, hará unos compromisos que le permitan estar preparado para que Jesucristo pueda pasar por nuestras vidas el Domingo de Resurrección para resucitarnos con Él.
¡Qué difícil!Pero hay que hacerse un poco de violencia, poner empeño y aceptar algo de sufrimiento para mejorar nuestra salud interior. Al igual que en un gym, machacarnos para estar en perfecto estado de forma.. Nuestras mancuernas, nuestras cintas de correr, nuestras barras de dominadas para el gimnasio de nuestra alma serán ayuno, limosna y oración. Para algunos, esto es un reto estúpido, que no merece ser luchado, pero yo os aseguro que la meta merece mucho la pena ¡Ánimo! Buena Cuaresma.