EL VIENTRE DEL DEMONIO
Vestido de buenismo, de libertad individual, de derechos humanos (siempre para los más fuertes, ricos y poderosos) el hombre se desliza por una pendiente que conduce a la destrucción del género humano tal y como lo conocemos. En aras del bienestar, del derecho individual a decidir, del relativismo moral que permite a cada individuo hacer lo que le apetezca, dejando de lado las más básicas normas de moralidad o de derecho natural, nos despeñamos hacia un aquelarre del todo vale. Me apetece hacer algo y puedo permitírmelo porque tengo dinero, pues lo hago ¿A quien le importa la ética o la moral, términos tan abstractos e interpretables en nuestra sociedad? ¡Para que hablar de algo tan arcaico, trasnochado y merecedor de mofa como el pecado! A la gente le han borrado desde los resortes más poderosos de los manipuladores de conciencias todo sentido de pecado, de transgresión de los preceptos religiosos, pero también los éticos y morales. Mentes reseteadas para grabar en ellas los "nuevos" valores.
El primer paso para derribar estos preceptos grabados en la conciencia del hombre es una perversa manipulación del lenguaje. Para que la persona no vea herido lo más profundo de su ser, de su alma, su conciencia, es vital dulcificar el nombre de aquello que queremos despenalizar moralmente, darle un nombre tan atractivo que el primer rechazo sonoro, quede no solo desactivado sino transformado en justicia para nuestros oídos. Por muy moderna que sea nuestra sociedad, hay palabras que inmediatamente denuncian a nuestras conciencias y por tanto hay que evitarlas, saltando así la primera barrera de rechazo; no es lo mismo robar que sustraer. No es lo mismo abortar que una interrupción voluntaria del embarazo, no es lo mismo una clínica abortista que un centro para la salud reproductiva. No es lo mismo asesinar a un anciano inútil que practicar la eutanasia para una muerte digna. No es lo mismo un asilo que un centro de mayores. No es lo mismo la manipulación genética para la búsqueda de seres a medida que la eugenesia terapéutica...
El segundo paso fundamental es argumentar para que el individuo diana se sienta en su derecho como persona, a tomar decisiones que competen única y exclusivamente a su libertad y a su persona, todo en la persecución de un bien mayor que él ha decidido. No importan las consecuencias sobre terceras personas, si a mi me parece que el bien que va a producir es noble y loable en sí mismo.
La última aberración moral, el último descubrimiento de la perversión ética (y mercantilista) es una industria que transforma los vientres de las mujeres en máquinas de producir bebés por encargo, niños a medida, a gusto del consumidor. Frutos del deseo o apetencia de aquellos adinerados que puedan permitirse el lujo de comprar los óvulos de las mujeres que les parezcan físicamente más atractivas para después implantarlos en el útero de aquella hembra humana que más saludable parezca según los análisis de un laboratorio especializado. Una cadena de producción de niños para personas de alto standing que encargan bebes humanos como el que elige por catálogo un husky siberiano con pedigree.
Así descrito, tal y como es, cualquiera es capaz de ver una inmoralidad, un sucio negocio para el enriquecimiento de unas organizaciones avaras, elitistas que sin entrañas sacan el dinero a egoístas caprichosos ricos que huyen del compromiso y que en su avaricia, la mayoría de ellos lo que quieren es una paternidad que en el futuro no les plantee problemas en posibles divorcios; un hijo en común es suficiente motivo para repartir al 50% una fortuna con la progenitora y eso en el caso de los Cristiano Ronaldo, Ricky Martin, Miguel Bosé o Kiko Hernández es mucha pasta.
Para evitar el escándalo social es necesario cambiar el nombre a esta aberración y así evitar que la gente se oponga a este negocio que reporta pingües beneficios. Aunque he dado unos cuantos nombre de personajes conocidos, son cientos las parejas de gays adinerados que acuden a estas factorías de niños donde las mujeres son máquinas de elaborar bebés, y que acuden depositando en torno a 70000$ por bebé para darse el capricho de tener un precioso hijo varón, rubio, con ojos azules, parido por una robusta y saludable madre polípara que garantizaba una gestación sin sobresaltos. Llamémoslo vientre subrogado y el 80% de las barreras morales, éticas y religiosas quedarán derribadas.
El 20% restante de trabas morales se vencen vendiendo felicidad; la alegría que produce a esas personas a las que la naturaleza y el derecho natural negaba el tener hijos, poder alcanzar la paternidad tan anhelada. Nadie cae en la cuenta que existe la posibilidad de la adopción para cualquier pareja heterosexual por lentos y desesperantes que sean lo trámites, pero en la adopción no podemos "elegir" la raza del cachorro, ni estamos seguros de si en la gestación la cría tuvo problemas que pudiesen deteriorar el producto. Demasiado riesgo. Con la contemplación de esa egoísta felicidad de los compradores se tapan muchas inmoralidades:
Adopción de hijos por parte de parejas homosexuales, conversión del útero femenino en una cadena de reproducción denigrando a la mujer, aprovechamiento mercantilista de la necesidad económica de muchas madres "subrogadas" que acuden a estos centros víctimas de precarias situaciones sociales, selección artificial de personas creando seres a medida (no muy alejado moralmente de los experimentos de Mengele)...
¿Que puede pensar una persona al saber que ha sido creado artificialmente para satisfacer los cánones de belleza y salud de unos padres caprichosos? ¿Qué pueden sentir esos seres humanos utilizados como fábricas de bebés a los que se arranca el hijo concebido durante nueve meses en su seno? ¿Cómo se siente un ser humano ante la duda de quien es su verdadera madre biológica, la expendedora de óvulos o la arrendataria del útero? ¿A quien le importa las heridas producidas en lo más intimo de esos seres utilizados para el mayor enriquecimiento y alegría de unos ricos sin conciencia?
¡Callemos las conciencias! ¡Obviemos ese estéril sufrimiento! Lamémoslo maternidad subrogada y sigamos anestesiados, narcotizados, alienados en una maravillosa sociedad donde todo es válido si hay dinero para pagarlo, alimentando sin alma el vientre del demonio.